Un refuerzo es toda consecuencia que ocurre después de la conducta del niño o niña y que hace que vuelva a repetir dicha conducta. El refuerzo puede ser positivo o negativo, aunque el más deseable es el positivo. Un refuerzo es lo contrario a un castigo. El castigo se aplica para tratar de reducir una conducta que el niño o niña hace y que no queremos que se vuelva a repetir, como puede ser regañarle, quitarle un juguete o retirarle la atención. También puede ser positivo o negativo.
Para reducir una conducta negativa debemos tratar de ofrecer al niño/a una alternativa que sí sea adecuada, y siempre recordar que todos los estudios afirman que el refuerzo positivo es más eficaz que el castigo.
¿CÓMO PODEMOS LLEVAR ESTO A LA PRÁCTICA?
Cuando queramos cambiar una conducta debemos acordarnos de la regla 1 a 3. Por cada 1 vez que aplico un castigo (como regañar) tengo que aplicar al menos 3 refuerzos. Esto significa dar refuerzos a las conductas positivas del menor para afianzarlas y que reciba más atención cuando hace bien las cosas.
¿QUÉ TIPOS DE REFUERZO PODEMOS APLICAR?
1) MATERIALES: juguetes, cromos, tebeos, libros, materiales de juego, pompas, pintura, objetos de colección, caramelos, dinero, un postre... Cualquier objeto que le guste mucho y desee utilizar en ese momento o más tarde.
2) ACTIVIDADES: ver la televisión, oír cuentos, mirar o leer juntos libros, acostarse más tarde esa noche, ir al cine, salir al parque...
3)SOCIALES / INTERPERSONALES: interés, afecto, elogio, aprobación, ayuda, acuerdo y enhorabuena: una sonrisa, un abrazo, un beso, una palmada en la espalda, o frases como “¡muy bien!”, “¡eres un/a campeón/a!) “¡bien hecho!”, “así se hace”, “¡qué contento/a estoy!”, “¡te has portado bien!”.
¿CÓMO APLICAR LOS REFUERZOS?
1. Durante o inmediatamente después de la conducta deseada. Cuanto más inmediato sea el refuerzo más eficaz será.
2. Frecuentemente: al principio la conducta debe de ser premiada cada vez que la realice, cuando le sea más fácil realizarla debemos comenzar a premiarle sólo en ocasiones. Cuando la conducta ya esté plenamente asentada, no será necesario reforzarla.
3. Proporcional a la conducta realizada. No le daremos un gran premio por una conducta sencilla. Generalmente desean juguetes que ya tienen y la atención del adulto, por lo que no tenemos que invertir mucho dinero.
4. Acuerdo entre padre, madre y otros cuidadores: se debe llegar a un acuerdo sobre qué conductas cambiar y cuáles se desean mantener, y cómo van a hacerlo.
5. Los padres dan ejemplo: el niño o niña también aprende por imitación de lo que observa. Si pretendemos reducir la conducta de chillar en el niño/a, lo mejor será que no escuche gritar a los padres.
6. Siempre son preferibles los refuerzos no materiales: la atención positiva de los padres y madres y compartir actividades con su hijos e hijas es el refuerzo más potente que existe.
Debemos utilizar estos refuerzos en mayor medida, ya que se pueden aplicar en cualquier momento y de forma inmediata (un refuerzo material puede no estar disponible hasta llegar a casa), son más baratos, ayudan a incrementar la autoestima de los niños y generan tiempo de calidad en familia. En la medida de lo posible se debe tratar de evitar el uso de alimentos como refuerzo, ya que como premio tienden a querer recibir comida poco saludable de la que no se debe abusar, además de ser preferible que no asocien la alimentación a estados emocionales o recompensas.
Iris Sánchez. Psicóloga del CAT de SENAD.
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